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Te quiero sacar los ojos

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Te quiero sacar los ojos

Desde que abrimos los ojos al despertar somos conscientes del tiempo que transcurre a nuestro alrededor y de sus equivalencias racionales, pero por otra parte mientras dormimos estas equivalencias no son más que reglas obsoletas al interior de nuestras ensoñaciones y lo que por fuera son minutos u horas, por dentro podrían transcurrir años o décadas.

Sé que antes de escabullirme a ese internado hubo más, pero tan pronto me adentré al cruzar sus canceles de metal oxidado cubiertos por enredaderas y hierbas urticantes, y recorrí con curiosidad sus desolados pasillos y andadores, olvidé todo cuanto dejé detrás.

Sus aulas vacías y sus áreas comunes descuidadas me hablaban de un lugar que había sido abandonado largo tiempo atrás; la maleza había invadido incluso áreas donde sólo debía haber lozas de roca, pero ahora sobre éstas el polvo había trazado líneas perfectas para que el pasto y las hierbas crecieran, adentrándose incluso en habitaciones donde no quedaban más que vestigios de una institución académica dejada al olvido.

Papeles amarillentos que con tan sólo tocarlos se desmoronaban, máquinas de escribir tan oxidadas que ni imprimiendo toda mi fuerza en la tecla espaciadora lograba hacer funcionar su mecanismo, pizarrones en los que habían quedado inmortalizadas las últimas lecciones que los profesores dieron a sus alumnos, y un eco que saturaba el corazón con soledad. Eso es lo que encontré en este lugar donde una parte de mí se quedó atrapada.

Y es que al no encontrar más que estos vestigios y reliquias olvidadas, naturalmente intenté salir, pero al volver a donde se ubicaba la reja oxidada por la que entré sólo encontré un muro de ladrillos viejos cubiertos por las mismas enredaderas y hierbas urticantes. Debía encontrar otro camino para salir de allí, y fue cuando me dispuse a ir más a lo profundo de este silencioso claustro con la esperanza de hallar otra puerta.

Recorrí todo salón, oficina, baño, cuarto de servicio y área común que encontrase, pero parecía estar caminando en círculos, habiendo dejado únicamente un pasillo accidentado y oscuro que había preferido evitar por miedo a lo que pudiera ocultarse en esa negrura, sin embargo mis opciones se habían agotado ya, y ese era el único camino que podría llevarme a salir de allí.

Tras remover anaqueles, libreros, pupitres y sillas amontonadas que impedían el paso, y escabulléndome entre tales obstáculos para llegar al otro lado, encontré algo desconcertante al final del pasillo; se trataba de la cocina y área de comida del instituto, que a este punto de mi recorrido parecía más bien ser una especie de internado, y tras recorrer las mesas para llegar a la única puerta que se encontraba al fondo del lugar, encontré cubiertos y mochilas que habían sido dejadas allí en algún tipo de escape desesperado. Todo se volvía más confuso a cada paso que daba, pero algo en mi decía que al otro lado de esa puerta al final del salón encontraría respuestas, o en el mejor de los casos una salida, pero más equivocado no podía haber estado.

Abrí la puerta con precaución, apenas haciendo ruido a pesar de lo oxidado de sus bisagras, y del otro lado encontré un lugar muy diferente a lo que había recorrido, y lo primero que llamó mi atención fue un viejo televisor encendido en cuyo cinescopio podían a penas distinguirse siluetas y sonidos de voces entre la estática. Se trataba de un espacio reacondicionado para vivir; había mantas sucias, cajas de cartón húmedas, un colchón viejo, libros deteriorados, y montones de hojas de papel tiradas por doquier, algunas de ellas arrugadas, otras en forma de avión, y algunas más en forma de recortes con figuras de niños tomados de las manos, sin embargo, luego de explorar someramente este habitáculo encontré en una esquina oscura una figura sentada en una silla de espaldas a mí. Se veía tiesa y no parecía moverse ni respirar, y al pensar que se trataba de un cadáver, el miedo me invadió dejándome paralizado y sin intenciones de dar un paso más en su dirección.

Me quedé allí quieto, intentando observar con mayor cuidado la figura en su tétrico rincón, y entonces noté que no se trataba de un cadáver, sino de un gran muñeco de papel y trapo, en cuyas arrugas se hundía la torpe capa de pintura opaca que alguna vez dibujó en él una expresión de angustia que podía notarse aun cuando éste se encontraba mirando en dirección opuesta, y entonces mi miedo se convirtió en desconcierto al pensar que este muñeco inerte no podía ser quien había habitado este lugar… pero no había nadie más allí, excepto yo.

Lentamente fui acercándome hasta la figura de papel y trapo, conduciéndome sólo con la luz que el ruidoso televisor proveía, y entonces pude ver que en la pared de frente al muñeco había algo escrito en gis encima de otras palabras que habían sido borradas desesperadamente y que resultaban ilegibles. Concentré mi vista en esa oscuridad para leer y decía con letra afilada, larga y con espacios a penas notorios 'En la primaria no aprendí nada', y al desconocer el significado de estas palabras miré el muñeco que en su mano derecha sostenía un trozo de gis, y cuyo rostro estaba terriblemente desfigurado por las arrugas del material que lo componía, y decidí no volver a verlo para no alimentar mis nervios en esa solitaria oscuridad.

Devolví mí vista hacia el televisor que a duras penas iluminaba el salón y tras concentrar mí vista en él y prestar mayor atención al sonido de la estática pude escuchar palabras entrecortadas por interferencia y decían de manera repetida y alargada algo parecido a '¿Cómo-me-llamo?'. Y aunque esto pudo haber sido razón suficiente para que saliera de ese lugar al instante, mi duda y necesidad de abandonar ese encierro eran más grandes que mi miedo, y siendo quizás mi única pista el texto escrito frente al muñeco, me detuve a leerlo varias veces en mi mente, buscando la respuesta en esas palabras que no parecían tener sentido alguno.

Un nombre, un nombre... pensaba para mis adentros, y tras leer el texto de distintas maneras y en diferente orden de palabras y letras, seguía sin encontrar la respuesta, teniendo una combinación muy grande de nombres posibles con las letras del texto. Pronuncié varias de éstas en un tono bajo y temeroso, pero ninguna de ellas parecía ser la correcta, sin embargo, al leer la palabra 'primaria' encontré el nombre 'María', pero el muñeco era un varón, no una dama, y fue entonces cuando noté que las dos letras que seguían podían formar un nombre de varón, y 'primaria no' pasó a ser 'Mariano'.

Pronuncié su nombre, y en un instante la tierra se sacudió, las ventanas se cimbraron dejando caer fragmentos de cristal y provocando que pedazos enteros del techo se vinieran abajo, y la esquina donde se formaba el rincón hacia el cual miraba el muñeco y donde estaban escritas las palabras comenzó a abrirse como si se tratara de una puerta detrás de la cual había un resplandor blanco que cegaba mi vista.

Poco a poco abrí los ojos cuando éstos se habían habituado a la intensidad de la luz, y no podía creer lo que apenas pude distinguir; el muñeco caminaba hacia la luz, casi cayéndose a pedazos pero avanzando con un vigor y unas ansias inconfundiblemente humanas. Del otro lado se escuchaba el romper de las olas del mar, así como voces que lo llamaban por su nombre con tonos de voz que entre llanto expresaban una exhaustiva y quizás agonizante espera, y yo aún aturdido por el estruendo del temblor, los pedazos de techo que habían caído, y la intensidad de la luz difícilmente podía mantenerme de píe.

Algo en mi sabía que aún si hubiera intentado cruzar ese paso no habría conseguido hacerlo, pues a quien esperaban del otro lado era a Mariano y no a mí.

El suelo no paraba de sacudirse, dejando caer más pedazos del techo y derrumbando una pared, dejando el lugar lentamente en ruinas. Entonces cuando la figura del muñeco casi llegaba al otro lado de ese paso luminoso, se detuvo y miró hacia atrás, y sin decir nada arrojó hacia mí el pedazo de gis que llevaba en su mano derecha, para entonces darse la media vuelta y terminar su caminata hacia donde lo esperaban con desesperación. Y en ese instante casi como un parpadeo la grieta luminosa del rincón se cerró con la misma violencia que se había abierto, y la tierra dejó de sacudirse, y el techo ya con algunos huecos dejó de venirse abajo, pero en ningún momento la televisión dejó de emitir sus sonidos exasperantes de interferencia.

Intenté caminar hacia la pared, pero mis pies no respondían, lo cual me hizo mirar hacia el suelo para comprobar si éstos se encontraban libres o cubiertos por escombros, y en ese momento descubrí algo que me hizo estremecer; mis piernas comenzaban a convertirse en papel y trapo con cada agitado latir de mí corazón.

Aterrado tuve que arrastrarme para alcanzar el gis que Mariano me había arrojado, y al tomarlo hice cuanto pude por sentarme en la misma silla que él había ocupado. Borré sus letras de la pared con desesperación y mientras mi cuerpo seguía cambiando de forma y ya no podía sentir mi cuerpo del abdomen hacia abajo, e ignorando por qué razón Mariano no escribió simplemente su nombre, tuve escasos instantes para pensar en el texto que quedaría en esa pared.

Escribí con torpeza y sofocado por un miedo que a duras penas me permitía respirar, mientras veía cómo mis brazos iban convirtiéndose en materia insensible y rígida, y para cuando mis manos se habían vuelto inertes, la última letra había sido rayada sobre el muro.

No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde entonces, y no sé cuánto tiempo más tendrá que pasar, pero si algún día en sus sueños se adentran en ese silente lugar abandonado, y hallan un salón en ruinas con un muñeco de papel y trapo sentado en un rincón, lean con atención las palabras escritas en la pared delante de él, las palabras aparentemente sin sentido que dicen 'Te quiero sacar los ojos', para que así pueda finalmente volver a donde me esperan.
Hoy por la madrugada soñé con esto y desperté bastante perturbado.
Lo escribí a manera de cuento corto tan pronto pude.
© 2013 - 2024 BoHoR
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dannyqu's avatar
El final: Exquisito. 

Ciertamente todo me lo imaginé con una película a blanco y negro y mucho grano y (obviamente) primera persona.

Me recordó "El libro de piedra" La peli de suspenso de sabe qué año y blog.innerpendejo.net/2011/03/… Eso, que montaje o no, da un poco de repeluz.

También me puso a pensar sobre qué mensaje dejaría yo escrito. Esto último ya es costumbre de ti dejarme pensando con tus historias, lo agradezco mucho por cierto.